Todos soñamos con ese cliente ideal perfecto que confía en nosotros, valora nuestro trabajo y está encantado de pagar su precio.
Pero en el camino de cualquier profesional freelance y pyme aparecen clientes de todo tipo, y algunos de ellos no nos dejan el mejor de los recuerdos. Sobre todo al principio.
No te preocupes, es normal y nos pasa a todos.
Con el tiempo, cuando tu negocio se afiance, llegarás casi a «elegir a tus clientes», con quién trabajas y con quién no.
Ahora bien, para ello es importante que aprendas a identificar a tiempo cuando estás frente a un cliente problemático, porque lo último que quieres es liarte más de la cuenta al tratar con él.
Si temes estar lidiando con un cliente tóxico, echa un vistazo a las siete señales que te confirmarán tus sospechas, y algunos consejos para abordar y revertir la situación de la mejor forma posible.
Y si sólo de leer estas primeras líneas ya estás echando humo acordándote de alguno, te invito a desahogarte en los comentarios. 🙂
¿Qué Vamos a Ver?
Las 7 señales que delatan a un mal cliente
1. Todo empieza con el trato
El primer paso para una buena relación profesional es el respeto mutuo.
Pero hay algunos clientes que no parecen tener esa percepción, ni entender la naturaleza de las relaciones laborales. En lugar de ver la colaboración como algo beneficioso para ambos, te tratan como a un empleado que está bajo sus órdenes.
Este es el caso más complicado de gestionar, y mi primera recomendación es cortar de raíz la relación.
Quizás te parezca algo excesivo, pero es impensable tener un vínculo laboral con una persona grosera o irrespetuosa. Créeme, de ahí pocas cosas satisfactorias pueden surgir.
Ahora bien, si el proyecto te entusiasma o quieres algo más de tiempo para que la situación mejore, prueba a avisarle. Hazle saber que no puedes tolerar esa situación y que esperas que la cosa cambie, o de lo contrario no podréis seguir trabajando juntos.
2. Mala comunicación
Una comunicación fluida es vital para que cualquier proyecto llegue a buen término, y pocas cosas molestan tanto como trabajar con alguien que no tenga esto en cuenta.
Los autónomos y emprendedores trabajamos con base en la información y el contacto con nuestros clientes. Si un cliente desaparece durante semanas, da respuestas ambiguas o no es claro en lo que pide, el asunto se puede volver muy frustrante.
En una situación de este tipo, las cosas se atacan desde el mismo punto álgido: comunicándose.
Te toca dar el paso y hacerle saber cómo te afecta la falta de contactos claros y oportunos. Puedes plantear una conversación para despejar las dudas actuales y establecer horarios y calendarizar las entregas por ambas partes. Si pasados los días las cosas no cambian, quizás sea momento de decirle adiós.
3. Malos clientes que no saben lo que quieren
Como profesional freelance o pyme, muchas veces te encontrarás con clientes que no tienen muy claro lo que están buscando.
Es verdad que tener espacio para ofrecer nuestro punto de vista y dar rienda suelta a la creatividad es todo un lujo, pero no eres adivino, y no puedes ir a ciegas al empezar un nuevo proyecto.
Para estos clientes indecisos te aconsejo dos alternativas.
La primera es usar tu experiencia para intentar guiarlos hasta dar con lo que necesitan y explicárselo para que sean conscientes.
La segunda es posponer el inicio del trabajo hasta que tengan las cosas más claras y sepan bien lo que buscan.
Ten presente que, si desde el principio no están los puntos sobre las íes, es probable que el resto del proyecto sea igual de escurridizo.
Si el cliente no sabe lo que quiere, va a ser muy difícil que quede satisfecho con tu trabajo, sin importar lo que hagas.
4. Una rebaja por tus servicios
Una de las situaciones más incómodas frente a un nuevo cliente es cuando regatean el precio de tu trabajo.
Ten en cuenta que si esto sucede, o bien ese posible cliente no da suficiente valor a lo que haces, o su presupuesto no se adapta a tus tarifas. En ambos casos, es más que probable que no sea el cliente ideal para ti.
Para evitar esta situación, lo mejor que puedes hacer es tener una guía de precios y darla a conocer antes del cierre de la venta. Si tienes un sitio web y lo publicas ahí, mejor que mejor, te ahorrarás muchas consultas de personas que no están dispuestas a pagar tu trabajo.
5. Tiempos de entrega imposibles
Tu tiempo importa y es tu activo más valioso.
Si un cliente quiere imponer fechas de entrega que se escapan a lo acordado o a lo razonable, haz saltar las alarmas, las cosas no irán muy bien en el futuro.
Aun así, puedes ayudarlo a comprender mejor tu manera de trabajar, explicándole el proceso que sigues y la posición que ocupa su proyecto entre tus otras actividades. Recuerda que nadie mejor que tú sabe cuánto te lleva terminar un trabajo, y basándote en esto debes proponer fechas realistas.
6. Clientes que piden más de lo acordado
Otra señal de estar ante un cliente que puede dar problemas es que comienza a asignarte tareas que no estaban previstas en el acuerdo inicial.
Puede que no lo haga con mala intención o no sea consciente de estar excediéndose, pero es tu deber aclarar los términos.
Para evitar esto lo mejor es, desde el principio, dejar por escrito las condiciones de tu trabajo mediante un contrato. Ahí definirás lo que te comprometes a hacer, el precio y en cuánto tiempo. En caso de que quiera pedirte algo extra, puedes referirte a dicho contrato para recordarle cuáles son los límites que ambos acordasteis.
7. Sin horarios para contactarte
Muchas veces sucede que los clientes te llaman, escriben o envían correos fuera de tus horas de trabajo. Es verdad que como profesional autónomo te pones tus propios horarios pero eso no significa que puedan contactarte a media noche y esperar una respuesta inmediata.
Cuando ocurren cosas como estas lo mejor es definir el intervalo en el que estás disponible, que suele ser en horario de oficina de lunes a viernes.
No tienes la obligación de responder un email un domingo por la tarde, ni atender una llamada que te saque de la cama, así que deja tu disponibilidad clara y ni caso de aquellos que no la respeten.
Cada persona es un mundo, y no todas van a ser el cliente ideal para ti. De hecho, ser un negocio «customer centric» implica también saber librarte a tiempo de los malos clientes.
Puede que al inicio de tu carrera como profesional freelance o en los inicios de tu pyme dejes pasar más de la cuenta porque crees que es más importante ganar experiencia y conseguir proyectos.
Pero a la larga esto resulta contraproducente para ti, pues te robará tiempo y energía que podrías estar usando con clientes que sí estén en sintonía contigo y respeten y valoren tu trabajo.
De hecho, cuando tu negocio esté afianzado podrás darte el lujo de elegir a tus clientes. Y acertarás a detectar y filtrar a tiempo a los que te pueden dar problemas.
Cuéntame, ¿te suenan algunas de estas situaciones? ¿Tienes alguna anécdota que compartir en comentarios sobre tu experiencia con malos clientes? Te invito a desahogarte un poco 🙂
Contenido inspirado en 10 signs of a bad freelance client and how to fix them de Thequiettypeblog.com